VIAJE A TRAVÉS DE UNOS ESCRITOS -2-
Tarde de lluvia en Barcelona
Es una tarde de
otoño, no muy fría pero bastante húmeda. Hace poco que ha llovido. Los sacos
amontonados en la zona de carga del puerto de Barcelona están mojados. Los
estibadores siguen su trabajo entre las grúas llenando la barriga del gran Lanzarote
mientras nuestros amigos esperan la orden de embarque sentados en un banco,
al pie de la estatua de Colón, que, impasible a la lluvia, no ha dejado ni un
momento de apuntar con el índice la oscuridad de mar.
Sebas tiene mucho
de su padre: le encanta la geografía, sobre todo eso de conocer países, cuanto
más lejanos mejor. Del mismo modo le entró al padre de Sebas su afición por la
marina mercante. En todos sus años de profesión ha dado varias veces la vuelta
al mundo.
Sebas,
entusiasmado, le cuenta a Nico cómo el año pasado fueron a América del Sur,
haciendo escala en Montevideo y Río de Janeiro. Después, ya en
América del Norte, llegaron hasta Nueva York, inmenso, uno de los
puertos más...
-Pero..., ¿no me
escuchas?, se detiene de pronto reclamando la atención de Nico.
Nico estaba más
atento a la conversación de Laura y Fede, que hacían planes para el viaje en
barco. - Saldremos hacia el sur – decía Laura -, rumbo a Canarias, pasando del
Mediterráneo al Atlántico. Voy a ver por primera vez un estrecho. Dicen que
desde el barco se pueden ver las costas de África...
-Ten en cuenta –
replica Fede – que en Gibraltar la distancia de costa a costa es de unos quince
kilómetros. ¡Como para ver a Tarzán en un camello!
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